METAS EDUCATIVAS 2021 Los gobernantes deberíamos ser obligados todas las mañanas a llenar planas, como en la escuela, escribiendo 100 veces, “debo ocuparme de la educación”.
José Alberto Mujica Cordano Presidente de la República Oriental del Uruguay
En el Perú hay excelentes museos. Museo Puertas Abiertas es el programa de televisión de TV PERÚ. La conducción está a cargo del conocido museólogo Luis Repetto Málaga y la producción general de la museóloga Mercedes Silva y un excelente equipo profesional de apoyo en la asistencia, cámara, edición y emisión.
El rol de la investigación en el debate público en América Latina
VÍNCULOS ENTRE CONOCIMIENTO Y POLÍTICA Norma Correa Aste y Enrique Mendizabal, Editores
Este libro nace de una inquietud compartida con un conjunto de investigadores y profesionales interesados en profundizar la comprensión sobre los vínculos entre conocimiento y política en América Latina: ¿Cómo avanzar en una agenda de investigación para explorar los factores que influencian los roles que puede jugar la evidencia en el ciclo de políticas públicas? Dicho de otra manera, ¿cómo hacer de este un tema investigable? Si bien es cierto que en las dos últimas décadas se han realizado avances muy importantes en la investigación sobre el uso de la evidencia en políticas públicas, tanto desde los ámbitos académicos como los vinculados a la práctica de la incidencia política, los estudios producidos sobre y desde América Latina aún son infrecuentes.
Disciplinar significa crear guías. Los niños desarrollan su amor propio, capacidad, independencia, cooperación y responsabilidad cuando crecen con directrices. La disciplina es entonces necesaria. Tiene que ver con establecer normas, límites y valores que favorezcan la convivencia al mismo tiempo que el desarrollo personal y colectivo.
El problema con la disciplina es la forma en que se imparte. Esta forma tiene que ver con dos elementos: El estado de ánimo con el que se actúa. El método que se utiliza.
Los programas de concurso, los maestros de escuela y las fábulas infantiles se empeñan en mostrar el espíritu cooperativo de las sociedades de hormigas y su excepcional empeño como trabajadoras que velan por el bien de la colonia en lugar de por el suyo propio.
Sin embargo, una mirada detallada al fascinante mundo de las hormigas, haría comprender una verdad que rompe con todo intento de poner a estos insectos como modelo de sociedad, pues el espíritu comunitario no se funda en una cuestión instintiva sino en una relación de sometimiento a partir de un engaño milenario. Así es, las hormigas no son tan distintas a los seres humanos.
Hasta hace un tiempo, los científicos estaban convencidos de que el secreto de la realeza se encontraba en la nutrición, que las hormigas reinas eran criadas de manera diferencial para lograr desarrollarse de forma distinta que las obreras. Sin embargo, estudios recientes atribuyen esa diferencia a una cuestión genética.
La pregunta es, ¿por qué entonces son tan selectas las hormigas reinas? Allí es donde arribamos al gran engaño. No son causas naturales, sino el comportamiento egoísta y manipulador de los machos portadores del gen, que deciden pasar su descendencia a un grupo selecto de hembras y así asegurar el orden de la colonia, en un régimen despótico en el que unos viven a costa del trabajo de la mayoría.
La relación no es de igualdad sino de explotación a causa del comportamiento egoísta de algunas hormigas que por poseer el gen real tienen poder sobre el resto. Como si fuera poco, las líneas genéticas de las colonias hacen pensar a los investigadores que con astucia, los machos portadores del gen diseminan su esperma en distintas colonias para que nadie note la ventaja injusta que dan a sus descendientes.
Si fueran demasiadas las larvas que se convierten en reina, el engaño sería descubierto y las hormigas obreras podrían ponerse en su contra. Al final de cuentas, las hormigas no tienen nada que envidiarle al mismísimo Maquiavelo.
Acabo de dar un curso a profesores de enseñanza primaria sobre esa nueva materia denominada educación para la ciudadanía. En el desbarajuste de gritos y concentraciones que han acompañado a la discusión de la nueva ley de educación, a nadie se le ha ocurrido decir a los responsables de su enseñanza en qué iba a consistir aquello. Las peleas políticas y las manifestaciones callejeras, como cualquiera pudo sospechar desde el principio, no versaban en realidad sobre cómo se educaba a los chicos, sino sobre cómo se repartía el dinero y el poder. Dejar estas concupiscencias a un lado nos permitirá por ello entrar en el fondo de la cuestión un poco más despejados. Contra lo que se viene afirmando, la educación para la ciudadanía no es un invento circunstancial de un partido que tiene el oculto designio de indoctrinar a nuestros hijos, sino una materia que se ha impuesto en casi todos los países europeos. El proceso en Inglaterra ha sido un modelo: acuerdo entre partidos, comité de especialistas presidido por Bernard Crick y un informe soberbio que fue presentado al speaker de los Comunes en septiembre de 1998. Empieza así: "Advertimos unánimemente a la Secretaría de Estado de que la enseñanza de la ciudadanía y la democracia, construida en un sentido amplio que definiremos, es algo tan importante para las escuelas y la vida de la nación que tiene que haber una exigencia legislativa a los colegios para que aseguren que forma parte de la capacitación de todos los alumnos". Al mismo tiempo, la Unión Europea desarrolló el proyecto Educación para la ciudadanía democrática, que acabó por expresarse en el llamado Informe Euridice. En él se dice: "En los últimos años, el fomento de la cohesión social y de una mayor participación activa de los ciudadanos en la vida política y social se ha convertido en un tema clave en todos los países europeos. Se ve a la educación para la ciudadanía como un medio de hacer frente a los desafíos del siglo XXI". Sólo la ignorancia o la mala fe, por tanto, pueden sustentar las insidias que destila nuestra castiza derecha educativa. Pero lo más dañino de esa actitud es que crea una atmósfera polucionada en la que se hace difícil introducir críticas serias y preocupaciones genuinas.
El proceso que hemos seguido en España para incorporar la materia al currículo educativo ha sido justamente el contrario del inglés: desacuerdo vociferante entre partidos, arbitrismo e improvisación por parte de colegas aislados y ausencia casi absoluta de documentación. Para tratar de paliar un poco la falta de probidad de los unos y la falta de fundamento de los otros convendrá ponerse a hablar de la cuestión. Hay ya alguna gente trabajando entre nosotros. Quisiera unir mi voz a ellos para transmitir una perplejidad que me ha suscitado mi experiencia. De acuerdo con algunos de los más autorizados especialistas, la educación para la ciudadanía sólo será útil si cumple estas dos condiciones: en primer lugar, no ha de transformarse en una asignatura más con meros contenidos informativos que los chicos tengan que aprender pasivamente para ser evaluados en ella, pues ello sólo incrementaría el currículo sin alterar necesariamente sus hábitos y actitudes. En segundo lugar, debe concentrarse adecuadamente en un cuerpo de conceptos y valores que, por así decirlo, sean el cimiento en el que se sustenta. La noción de ciudadanía es una constelación muy compleja de valores, derechos, virtudes, instituciones y procedimientos que descansan en unos pilares básicos. Estos principios son los que hay que vivir cotidianamente en el colegio para que el proceso educativo logre hacer mejores ciudadanos. Ello quiere decir que hemos de crear en los chicos hábitos y actitudes que hagan vivos, por así decirlo, esos valores que sirven de fundamento a la ciudadanía. Sólo después aparecerá como algo natural el buen ciudadano. Cómo se crean esos hábitos y cuáles sean esos valores subyacentes a la condición de ciudadano son incógnitas no menores sobre las que mucho me temo que no nos hemos parado a pensar. Hemos hecho lo de siempre: se las hemos endosado a maestros y profesores. Un lastre más que hemos soltado sobre ellos siguiendo la práctica al uso de eludir nuestras responsabilidades.
"...a profesores y a centros de educación les estamos pidiendo ya con una insistencia que hace presagiar lo peor que se ocupen de nuestros hijos antes, extendiendo la etapa infantil has-ta los límites mismos de la lactancia, y que se ocupen de ellos siempre" En efecto, a profesores y a centros de educación les estamos pidiendo ya con una insistencia que hace presagiar lo peor que se ocupen de nuestros hijos antes, extendiendo la etapa infantil has-ta los límites mismos de la lactancia, y que se ocupen de ellos siempre, también en los periodos vacacionales, en los que necesitamos que se mantengan abiertos los centros para depositar, aparcar o almacenar allí a los niños del barrio. Lo de que vengan a comer a casa es, por supuesto, inimaginable. Al paso que vamos, la familia esa de que tanto habla de oídas nuestro clero reaccionario va a convivir con sus hijos los festivos y veinte días de vacaciones. El resto será el mero dormir bajo el mismo techo. Durante la vigilia les atenderá el maestro, al que ahora, además, encargamos la tarea nueva de la educación ciudadana. ¿Cómo se las compondrá para ello? Pues difícilmente. Las condiciones en que desarrolla heroicamente su labor no invitan precisamente al optimismo. De ahí mi preocupación.
Al contrario que aquellos que se han figurado que los niños serán buenos ciudadanos si se saben la Constitución, las listas de derechos humanos y el procedimiento electoral, yo organicé mi curso sobre la base de eso que he llamado pilares previos. Estoy convencido de que tienen razón quienes dicen que los ciudadanos mejores son aquellos que han desarrollado el hábito de actuar de acuerdo con virtudes básicas. Consecuente con ello, convoqué a algunos colegas especialmente dotados para explicar en qué consisten, entre otras, las siguientes cosas: actuar en libertad, respetar las reglas, razonar y negociar, ser responsable, reconocer la autoridad, practicar la tolerancia y valorar el medio ambiente.
Entiendo que el buen ciudadano es aquel que sabe hacer uso de su libertad, se conduce de acuerdo con las reglas vigentes, ha excluido la solución violenta de los conflictos, es capaz de argumentar y pactar los desacuerdos, asume las consecuencias de sus acciones, valora y acepta la autoridad aunque esté siempre vigilante de sus decisiones, puede ponerse en el lugar de quien no tiene sus mismas convicciones y cuida el medio tanto como se preocupa por la relación con los demás. Esas cosas -repito- son condición necesaria para pensar siquiera en ser un buen ciudadano.
Cuál no sería mi sorpresa cuando los profesores de primaria me dijeron que muchas de esas cosas las ensayaban todos los días con los niños, pero que había una mala noticia: servía para muy poco. ¿Por qué? La respuesta puede intuirse: les enseñan a respetar las reglas la misma mañana que su padre o su madre se han saltado algunas de ellas debido a las prisas y van a llevarlos al centro hablando por el móvil mientras conducen. Tratan de inculcarles el respeto por la autoridad al mismo tiempo que los profesores son desautorizados con el más mínimo pretexto, sin ser infrecuente que los mismos padres los increpen y denigren públicamente. Les exigen perentoriamente que renuncien a la violencia mientras respiran una agresividad latente en medios de comunicación y experiencias cotidianas. Les hacen practicar la argumentación y la negociación de desacuerdos para que aparezca en los telediarios de máxima audiencia una tropa de diputados vocingleros descalificándose entre sí e impidiendo hablar a los demás mientras surge como una suerte de héroe la figura deplorable de Martínez Pujalte. Les enseñan algunas buenas maneras y reglas de mínimo decoro para que su espejo vivo sean los futbolistas, unos sujetos semianalfabetos que, dejando a un lado su probada habilidad con el balón, tienen el hábito de escupir compulsivamente y tocarse en público los genitales. Pretenden inculcarles tolerancia mientras en su casa misma se ultraja al extranjero o al inmigrante. Les transmiten la idea de respeto y dignidad de la persona mientras abundan los espacios de televisión en que la gente se degrada a sí misma y degrada a los demás. Les recuerdan la igualdad de género mientras su madre friega y su padre mira la televisión. Y les advierten de que cuiden el medio y usen las papeleras, para que a la salida venga siempre alguien a por ellos con un bocadillo cuyo envoltorio irá directamente al suelo.
Todo esto me contaban los profesores como parte de sus experiencias cotidianas. Y su desconsolada conclusión era que la nueva materia de educación ciudadana debería en efecto ser obligatoria y evaluable, pero sobre todo para las familias, los personajes públicos, los medios de comunicación, el Congreso de los Diputados y el plató de televisión. La ironía es que la escuela se puede contemplar así como un oasis educativo en un desierto de falta de educación, un posible refugio de ilustración en medio de una ventolera de incultura, una isla hipotética donde se podrían desarrollar buenas prácticas ciudadanas en un mar de apatía política, falta de respeto a la autoridad y crispación cotidiana. Y son precisamente los maestros y profesores los encargados de defender todos los días ese pequeño bastión de ilustración y civismo en el que depositamos cada vez más responsabilidades. A ver si un día de estos a alguno se le ocurre convocar una manifestación en favor de ellos. Verán en ella pocos sindicalistas, menos políticos y ningún obispo, pero será una verdadera manifestación por la mejora de la educación. Esa que encargamos a los demás y estropeamos después nosotros.
Mis alas te las dejo. Agítalas con fuerza, toma impulso. Yo prefiero quedarme entre los hombres, volver a hundir mis pies en tierra blanda.
Qué si hasta el misterio se derrumba. Me puedes encontrar detrás del árbol. Quién ha dicho que el tiempo verdadero nos tiene que durar más que la vida.
JOAQUÍN PÉREZ AZAÚSTRE De "Delta" 2004 Visor Libros- Colección de poesía
... la educación para la ciudadanía sólo será útil si cumple estas dos condiciones: En primer lugar, no ha de transformarse en una asignatura más con meros contenidos informativos que los chicos tengan que aprender pasivamente para ser evaluados en ella, pues ello sólo incrementaría el currículo sin alterar necesariamente sus hábitos y actitudes.
En segundo lugar, debe concentrarse adecuadamente en un cuerpo de conceptos y valores que, por así decirlo, sean el cimiento en el que se sustenta. La noción de ciudadanía es una constelación muy compleja de valores, derechos, virtudes, instituciones y procedimientos que descansan en unos pilares básicos. Estos principios son los que hay que vivir cotidianamente en el colegio para que el proceso educativo logre hacer mejores ciudadanos.
Ello quiere decir que hemos de crear en los chicos hábitos y actitudes que hagan vivos, por así decirlo, esos valores que sirven de fundamento a la ciudadanía.
Sólo después aparecerá como algo natural el buen ciudadano. Cómo se crean esos hábitos y cuáles sean esos valores subyacentes a la condición de ciudadano son incógnitas no menores sobre las que mucho me temo que no nos hemos parado a pensar. Hemos hecho lo de siempre: se las hemos endosado a maestros y profesores. Un lastre más que hemos soltado sobre ellos siguiendo la práctica al uso de eludir nuestras responsabilidades.
En el Perú se asocia el civismo con la marcialidad y la parafernalia castrense..
El derecho a la educación impone a los Estados la obligación de garantizar a todos los ciudadanos la oportunidad de cubrir sus necesidades básicas de aprendizaje. La enseñanza primaria debe ser libre, obligatoria y de buena calidad. Por diversificados que estén los sistemas de educación del futuro, habrán de ser transparentes y rendir cuentas sobre cómo se administran y financian. Será preciso complementar y apoyar el papel indispensable que cumple el Estado en la educación por medio de alianzas decididas y generales en todos los niveles de la sociedad. La Educación para Todos supone la participación y el compromiso de todos en la educación.
...Han transcurrido más de tres décadas desde que Sergio Larraín García-Moreno y la Ilustre Municipalidad de Santiago, fundaron el Museo Chileno de Arte Precolombino. Fue una iniciativa pionera para Latinoamérica el crear una institución que custodiara, estudiara y divulgara el legado artístico de todos los pueblos precolombinos de América, sin tomar en cuenta las fronteras políticas que hoy dividen a sus países. ...
Los candidatos al episcopado, dijo el Papa Francisco, deben ser «capaces de “vigilar” al rebaño que se les confiará, de cuidar todo lo que lo mantiene unido; de “velar” por él, de tener atención por los peligros que lo amenazan; pero, sobre todo, deben ser capaces de “velar” por el rebaño, de hacer vigilia, cuidar la esperanza, que haya luz y sol en los corazones, sostener con amor y paciencia los planes que Dios opera en su pueblo».
El modelo del obispo, para el Papa Francisco, es San José, «que vela por María y Jesús, que cuida a la familia que Dios le ha encomendado y que tiene la mirada atenta con la que guía evitando los peligros.
Vivimos en una sociedad que nos acostumbra cada vez menos a conocer nuestras responsabilidades y a hacernos cargo de ellas: los errores, de hecho, Los cometen siempre los otros. Los inmorales son siempre los otros, La culpa es siempre de algún otro, nunca nuestra. Pero vivimos a veces también la experiencia de un cierto clericalismo de regreso concentrado solo en «regularizar» las vidas de las personas, a través de la imposición de requisitos previos y prohibiciones que sofocan la libertad y hacen más pesado el ya fatigoso vivir cotidiano. Listo para condenar, en vez acoger. Capaz de juzgar, pero no de inclinarse ante las miserias de la humanidad.
Un guerrero samurai, fue a ver al Maestro Zen Hakuin y le preguntó:"¿Existe el infierno? ¿Existe el cielo? ¿Dónde están las puertas que llevan a ellos ? ¿Por dónde puedo entrar?".
Era un guerrero sencillo. Los guerreros siempre son sencillos, sin astucia en sus mentes, sin matemáticas.Sólo conocen dos cosas: La vida y la muerte. Él no había venido a aprender ninguna doctrina; sólo quería saber dónde estaban las puertas, para poder evitar el infierno y entrar en el cielo. Hauikin le respondió de una manera que sólo un guerrero podía haber entendido. ¿Quién eres? le preguntó Hakuin. "Soy un samurai, le respondió el guerrero, hasta el emperador me respeta". Hakuin se río y contestó "¿Un Samurai, tú?. Pareces un mendigo". El orgullo del samurai se sintió herido y olvidó para qué había venido.Sacó su espada y ya estaba a punto de matar a Hakuin cuando éste dijo: "Esa es la puerta del infierno. Esa espada, esa ira, ese ego, te abren la puerta". Esas son las cosas que un guerrero puede comprender. Inmediatamente el samurai entendió. Puso de nuevo la espada en su cinto y Hakuin dijo: "Así se abren las puertas del cielo".
La mente es el cielo, la mente es el infierno y la mente tiene tiene la capacidad de convertirse en cualquiera de ellos. Pero la gente sigue pensando que existen en alguna parte, fuera de ellos mismos...El cielo y el infierno no están al final de la vida, están aquí y ahora. A cada momento las puertas se abren...en un segundo se puede ir del cielo al infierno, del infierno al cielo.