Asumir al docente como constructor de conocimiento, producto de la reflexión colegiada y sistemática de su práctica pedagógica; supone la vigencia de una valoración positiva del maestro, realzando su dimensión profesional, como intelectual de la educación y la pedagogía. Desde luego, el ejercicio de la docencia es una tarea sociopolítica y pedagógica de alta complejidad.
Durante décadas se le negó a los educadores capacidad para la investigación, enfatizando de esa manera su función de repetidor del conocimiento, en lo que Freire dio en llamar “educación bancaria”. Todo el sistema educativo contribuyó para que ese paradigma permanezca casi inamovible. Así, desde la etapa de formación inicial, los docentes han tenido esporádicas ocasiones y estímulos para aprender a investigar, incluso para la obtención del grado académico y título pedagógico. Durante el ejercicio de la profesión el tiempo disponible para la investigación es un bien escaso y no se reconoce su importancia para el desarrollo de la institución escolar. La organización del centro educativo no está concebido para alentar la reflexión, un ejemplo de ello son los horarios y el frondoso calendario de fechas cívicas que se celebran en cumplimiento de un sinnúmero de directivas, que en cascada caen desde las Direcciones del Ministerio y los órganos intermedios del sector..
Lo señalado anteriormente nos remite a una difundida concepción entre los docentes sobre la investigación como algo complejo y lejano a su práctica en el aula y en la escuela. Muchas veces se ha llegado incluso a considerarla prescindible e innecesaria, en la mediada que el sistema sólo exige el cumplimiento de las normas y orientaciones para el año escolar, en un calendario cargado de actividades. La carrera pública magisterial se encuentra detenida y el paso de un nivel a otro influido por la capacidad del docente para investigar.
Atrevernos a cambiar y a buscar nuevos campos...
Nadando contra la corriente muchos docentes, en diferentes lugares del país, han emprendido la labor de investigar su práctica, de indagar sobre los factores que posibilitan o perturban el quehacer cotidiano; sin embargo no son tantos como el sistema lo requiere.
La investigación educativa prospera cuando los docentes que laboran en un centro educativo dan muestras de avance en la construcción de una comunidad reflexiva y deliberante, como alta expresión del desarrollo de su sentido de pertenencia y compromiso con la comunidad en la que laboran, y a la que desean aportar. En estos casos el apoyo que se pueda brindar desde la dirección del centro educativo juega un papel muy importante para la motivación de los docentes. También incide positivamente el apoyo de instituciones y entidades que alientan este tipo de actividades.
La vida cotidiana del aula y la escuela son en sí mismas fuentes inagotables para la observación e indagación que los docentes deben potenciar al máximo dado que el cambio de paradigma pedagógico exige no sólo del cambio en el uso de términos; sino, sobre todo del cambio de concepciones, que orienten el desempeño docente.
Han transcurrido casi nueve años desde que el Ministerio de Educación dio impulso al trabajo pedagógico orientado hacia el desarrollo de competencias en los estudiantes, en este tiempo se ha incrementado largamente la terminología constructivista, bautizada también como Nuevo Enfoque Pedagógico y que se difundió mediante la capacitación a docentes en servicio de todo el país; sin embargo los logros en términos de rendimiento académico no son tan halagadores como se esperaba. Se puede decir, una vez más, que no basta con cambiar los “términos”, sino que se debe indagar, investigar cómo se vive el o los procesos del aprendizaje escolar, qué relaciones de causa - efecto existen entre el trabajo en el aula las condiciones del contexto local, regional en el que se ubica el centro educativo
La vida en la escuela no sólo se circunscribe a la gestión de un currículo, sobre todo existe una dinámica de relaciones propias de la convivencia de niños, adolescentes y adultos que perfilan la cultura escolar de cada plantel. A veces la vida en la escuela transcurre en un mar de intuiciones interesantes, pero no suficientes para los docentes. HOLT (1981) consideraba una debilidad la lógica intuitiva del docente, y no creía en la capacidad reflexiva de los docentes. Los profesores pueden y deben llevar a cabo la investigación en sus escuelas de muy diversos modos y por diversas razones.
Antes se consideraba a la pedagogía como disciplina de segundo orden por su aparente falta de cientificidad. La producción de conocimiento es una de las características que debe poseer el docente, sin duda antes también se desconfiaba de la capacidad de los docentes para investigar Se dijo (y aún se hace) de ellos “no saben lo que hacen”. “son teóricamente inocentes”
Un paso importante para los docentes animados a iniciar un proceso intenso de reflexión de su práctica, según Schön es el poder definir el modelo más funcional y adecuado de investigación. Coincide con Lewin quien el lejano 1948, definió la investigación – acción como la actividad emprendida por grupos o comunidades con objeto de modificar sus circunstancias de acuerdo con una concepción compartida por sus miembros. Esta apropiación sistemática de la realidad se realiza en base a una metodología problematizadora. Stenhouse,1996: [1][1] Marca una diferencia entre investigación y la indagación, de la última como indagación dice que halla basada en la curiosidad y en un deseo de comprender; pero se trata de una intención estable, no fugaz, sistemática en el sentido de hallarse respaldada por una estrategia. Chiroque, 1999 señala que la investigación acción es una estrategia que combina el desarrollo del conocimiento y la práctica social
La investigación prospera cuando el equipo de docentes mejora la convivencia en el centro laboral, superando el trabajo aislado sobre la base de una confianza sólida y práctica de valores. Se propicia así la deliberación como método racional de intervención en el estudio científico de la educación que permita estimular innovaciones educativas y formular propuestas de utilidad pedagógica, social. La investigación
Definir el objeto a investigar, en este caso, el problema, no resulta fácil cuando los docentes viven la rutina, sin cuestionamientos.
Otro escollo a superar en la investigación realizada por los docentes es el paradigma experimental y psicoestadístico utilizado en otras disciplinas, que es motivo de desaliento por la preminencia que se le da a la demostración estadística. Como una alternativa existe el enfoque iluminativo (más descriptivo, menos estadístico) que es más cercano a la indagación y especialmente a la observación del espacio de aula.
Las investigaciones a cargo de docentes se caracterizan por ser estudios cualitativos, que no pretenden ser generalizables, sino dar respuesta a los problemas que afectan el proceso de trabajo en el aula. Para ello a veces se puede recurrir al estudio de casos concretos de los proceso de aprendizaje de los alumnos, para ello la observación es de suma importancia. Como señala Bissex, 1980 se trata de la “observación de individuos en su ambiente normal”.
En la investigación en el aula se activa un circuito permanente de interrogación, observación (observar y escuchar), registro (documentación escrita - oral) y aprendizaje. Un notable ejemplo de eso esfuerzos tangibles pueden ser observados en las numerosas experiencias educativas, que desde lugares distantes de la geografía nacional, presentan los docentes con la esperanza de ser merecedores de uno de los premios del Concurso Nacional Horacio, así como en los eventos regionales.
El desarrollo profesional de los docentes implica la resolución de problemas de comprensión de las situaciones concretas que se producen en el aula. Investigar en el proceso de enseñanza – aprendizaje contribuye a elevar la estima del docente porque lo lleva a redimensionar su práctica, sabiéndose un conductor de ese proceso que puede parecer y de hecho, lo es: enmarañado, no lineal, recursivo y a veces impredecible. En ese mundo el docente reflexivo se sabe generador de conocimiento de teoría que le permita explicar qué aprenden los estudiantes y cómo lo hacen; qué rol desempeña el adulto docente en ese proceso constante de aprender y desaprender.
Aprovechen el momento chicos. Hagan que su vida sea extraordinaria!!